Álvaro Campana Ocampo
A modo de introducción
En este breve artículo buscamos
hacer un resumen y una agenda de lo que se viene discutiendo sobre el proceso
constituyente en el Perú. Por supuesto no de todas las discusiones sino con las
que hemos estado en contacto en espacios políticos como el Nuevo Perú, donde
milito; en Iniciativa Constituyente que es una plataforma ciudadana de la que
hago parte; y, también como parte de la discusión ciudadana a través de las
redes sociales y diversos eventos y encuentros con organizaciones sociales. No
como especialista en el tema, que no lo soy, sino como un ciudadano de a pie. Esta
discusión ha ido ampliándose como producto del estallido social que ha significado
una movilización activa que cada vez más pide una salida constituyente a la
crisis, como también a través de la opinión pública que, a través de las
encuestas de opinión, muestran a un sector significativo de ciudadanos
considerando que la salida a la crisis que vivimos no tiene perspectiva en una
clave democrática y de cambio real y significativo si es que la confiamos al
poder constituido empeñado más bien en construir una salida autoritaria y muy
violenta que ha costado muchas vidas tras la caída de Castillo y la asunción
del poder por parte de Boluarte.[1]
¿Por qué una salida constituyente
a la crisis? Esta sigue siendo una pregunta fundamental en un contexto en el
que la derecha en todas sus variables y los poderes fácticos con toda su fuerza
han intentado satanizar o ridiculizar la salida constituyente con argumentos
bastante limitados como que se entronizará una dictadura comunista a través de
una todo poderosa y sin límites asamblea constituyente; o que sería un peligro
que nos puede llevar a elaborar una constitución más regresiva de acuerdo a lo
que la ciudadanía pide que ella debe contener; o mostrando la supuesta
ignorancia de quienes la promueven “porque no conocen siquiera la constitución
del 93”, y “no saben exactamente qué es” una asamblea constituyente.[2]
Por otra parte, la discusión del
tema, como dice Nicolás Lynch, ya ha desbordado a los pequeños círculos, a la
academia, a la izquierda, a partir de ello surge la pregunta sobre si ya
estamos en un momento constituyente propiamente dicho. Esto nos lleva a
plantear la discusión sobre el proceso constituyente y los procesos y momentos
que contiene y que nos pueden llevar a errores de comprensión y acción. Si no
somos rigurosos en ello, no seremos conscientes de los desafíos que tenemos al
frente en un país en el que es hegemónica todavía la antipolítica y en que los
cambios que requerimos como país necesitan de grandes rupturas y también la
construcción de nuevos y amplios consensos.
Finalmente, el estallido social
en el Perú y la movilización comunera y popular masiva que ha tenido lugar en
los últimos meses anuncia también temas de agenda de lo que debe ser discutido
en el proceso constituyente y que no eran tan claros antes de ella. Pero
además, a partir de ello, es importante tratar de comprender la experiencia que
ha significado y la subjetividad que ha ido resultando de su confrontación con
una articulación violenta y autoritaria que ha venido configurando un régimen
restaurador y que no ha tenido más respuesta que avanzar para ello en su
proyecto de copamiento de instituciones, la eliminación creciente de la
división de poderes y el uso criminal de la fuerza para reprimir la
movilización con la manipulación mediática, la estigmatización y el racismo, y evidentes
violaciones a los derechos humanos que nos hacen recordar, o actualizan,
tiempos aciagos que han sido lo recurrente más que lo excepcional en la
historia del Perú.[3]
A grandes problemas, grandes soluciones.
La crisis que vive el país, como
ya se ha dicho, es la articulación de varias crisis
Álvaro García Linera
Treinta años de neoliberalismo
han cambiado radicalmente la sociedad peruana y los problemas históricos
persisten. La constitución del 93 se instauró de manera autoritaria en un
momento en que las fuerzas sociales transformadoras que venían de un proceso de
acumulación desde los años setenta y ochenta fueron derrotadas por los sectores
oligárquicos en alianza con las fuerzas militares retomando el control del
Estado, aprovechando la confrontación con el senderismo. Solo una sociedad
exhausta por la violencia y la crisis económica la hizo posible. Se sostuvo
gracias a la fuerza, el clientelismo y novedosas formas de control de la
opinión pública en su etapa autoritaria
Crecimiento con profundas
desigualdades, corrupción y concentración del poder económico; salida de la
pobreza extrema de sectores importantes, pero con altísima vulnerabilidad
fueron la receta del piloto automático de los gobiernos democráticamente
elegidos en una de las etapas más estables de la historia. Sin embargo, la
caída de los precios de los minerales y el “crecimiento mediocre” de la
economía; los escándalos de corrupción de “Lava Jato” y “Lava Juez” entre otros
que incluían a políticos y empresarios; y los impactos de la pandemia,
desnudaron la fragilidad del consenso neoliberal y su capacidad de reproducción
evidenciando que no sólo se trata de una mejor gestión y de adecuadas políticas
públicas para lograr el crecimiento, sino de los principios que las orientan y
las reglas que las regulan.
Podemos agregar otros elementos
para responder por qué una nueva constitución, por qué un nuevo pacto social,
por qué una salida constituyente no sólo en un Perú en crisis, sino en un mundo
que parece atravesar también por una transición en diversos órdenes y que nos
obligan a mirarnos y dilucidar nuestro destino. En vez de ello, las “elites”
prefieren intoxicar el debate y no abrirlo, cerrar los canales democráticos y
reprimir brutalmente a quienes demandan cambios desde hace mucho tiempo y que
una y otra vez son frustrados, incluso pretenden plantear que la discusión de
la posibilidad de abrir un debate constituyente va “contra el estado de derecho”,
pretendiendo ignorar que todo ordenamiento constitucional está íntimamente
relacionado con la política y los cambios sociales y que en última instancia el
estado democrático se funda en el poder constituyente.
¿Momento constituyente?
Otro punto interesante es si
estamos o no ya en un momento constituyente. Más allá de la discusión teórica
en la que no soy un especialista quiero plantear tal tema desde la lucha
política de hoy en día. Pero primero es importante distinguir algunos
conceptos: es importante diferenciar proceso constituyente de momento
constituyente. Un proceso constituyente se abre justamente cuando asistimos a
una crisis como la que tenemos en frente y tomamos conciencia y sentimos en
nuestras tripas, como dice Verónika Mendoza, que este orden ya no da para más y
no está en capacidad de dar soluciones democráticas.
En un programa de Tiempo
Constituyente entrevistamos a Roger Merino[5]
quien nos dio algunos alcances interesantes de los cuales sacamos nuestras
propias conclusiones: En primer lugar estamos ya en un proceso constituyente
porque hay ciertos requisitos que lo evidencian como la altísima conflictividad
social en el Perú, y que no es de ahora y que expresa la incapacidad del estado
de contener los intereses de un sector de la población que además no tiene
representación política; la crisis de los actores políticos, no hay actores
políticos que puedan ayudar a construir una salida, lo que evidencia el
absoluto fracaso en la construcción de un sistema de partidos realmente
representativos; la crisis de legitimidad, la pérdida de confianza en las
instituciones y los políticos.
Roger Merino también ha traído a
colación la discusión sobre la tipología de los procesos constituyentes[6]:
los procesos constituyentes revolucionarios que se configuran cuando la
sociedad desborda al orden y lo termina doblegando frente a la resistencia que
oponen las elites para procesar los cambios y que suelen ser muy costosos por
la violencia de quienes están en el poder y lo que implica en los intereses de
las propias elites. Los procesos constituyentes en los que las elites deciden
hacer concesiones estratégicas, aceptando los cambios y renuncias que deben
efectuar, pero también por tanto garantizando su influencia en el proceso y sus
propios intereses. Finalmente, están los procesos en los que las viejas elites
o los poderes de facto deciden un orden constitucional, como ocurrió con el
fujimorismo en el 92. Estos procesos no se dan de manera pura, pero nos
evidencian los posibles escenarios que tenemos en frente en un proceso que no
dura poco tiempo ya que es en situaciones caóticas, como las que vivimos, en
las que se dan estos procesos.
Los procesos constituyentes
tienen sus propias dinámicas que pueden configurar un momento destituyente y
otras que configuran un momento más constituyente. Tampoco se dan de manera
pura pero sus características definen si es que estamos en un momento de
descomposición o si ya en uno de instauración de un nuevo orden. Al respecto
Alejandra Dinegro, tras los sucesos del 7 de diciembre que significaron la
caída de Castillo y las primeras movilizaciones, mostraba que el diálogo se
hacía imposible, más allá de la violencia del régimen, también porque veíamos
en escena múltiples procesos destituyentes que evidencian justamente esa crisis
global y múltiple que vive el país y evidencia la bancarrota total del poder
constituido en sus diversos niveles.
En este escenario ¿cómo dar paso
a un momento más afirmativo, constituyente, de reimaginación de la sociedad y
del estado? Eduardo Ballón[7]
también ha llamado muchas veces la atención sobre las dificultades de fundar o
refundar una comunidad política, no sólo por la polarización política, sino por
la gran fragmentación de la sociedad, las desigualdades y la presencia de
dinámicas e intereses ilegales e incluso criminales que actúan a diversa escala
dentro del territorio peruano, como se ve cada vez que hay atentados en el
VRAEM, pero también en la convivencia y funcionalidad que tienen con los
poderes fácticos legalizados.
El polítólogo dominicano Elvin
Calcaño Ruiz llama la atención sobre la necesidad de no confundir el momento
destituyente que es ante todo un proceso de “politización del malestar” que
expresa ese rechazo activo al orden, al poder constituido, de un momento
constituyente que requiere de negociaciones y acuerdos en los que los sectores
movilizados pueden sentir que muchas de sus demandas han sido traicionadas o
negociadas, sobre todo por la alta carga que tiene en el momento destituyente
el repudio a los políticos.[8]
El momento destituyente escenifica el corte profundo con ese orden, la ruptura
revolucionaria o gestionada para dar paso a la construcción de grandes
consensos que requiere un nuevo pacto social para ser considerado legítimo y de
mayorías.
Nicolás Lynch ha planteado por su
parte que ya estamos en el momento constituyente al trascender la discusión
sobre la salida constituyente a la crisis los círculos más restringidos o
especializados, cuando pasan a ser parte del debate nacional más allá incluso
de los medios de comunicación hoy controlados por monopolios. Desde 2020, con
la revuelta contra Merino, ya en las calles se expresaba en las consignas
ciudadanas la necesidad de convocar a una asamblea constituyente, lo que se
apagó con el recrudecimiento de los efectos de la pandemia, pero se reavivó en
la contienda electoral en la que se hacía más visible aún esta demanda que
lamentablemente fue traficada por el gobierno de Castillo y usada de moneda de
cambio por Perú Libre y la Bancada Magisterial para alcanzar sus cuotas de
poder o para quedarse con sus pequeñas y mermadas cuotas en el parlamento. Es ahora
ya un sector mayoritario de la ciudadanía que no encuentra salida en el poder
constituido y considera que se necesita de un nuevo orden constitucional, sea
con cambios parciales o totales a la actual constitución. Pero aún estamos
lejos de avanzar en la construcción de una agenda constituyente que haga
posible empezar a construir esos grandes acuerdos, como también la conformación
de una nueva representación política que está siendo forjada en las calles, en
las movilizaciones, y en las luchas del pueblo por sacar a Boluarte del
gobierno, convocar a nuevas elecciones generales y convocar a una asamblea
constituyente.
La emergencia de un nuevo orden
Las características de los
movilizados contra el régimen y los aprendizajes de sus experiencias, en la
lucha puede configurar algunos temas de la agenda que debe discutirse y
plasmarse en un nuevo pacto social. Si algo ha llamado la atención es la
movilización popular y comunera, particularmente de los pueblos del sur, donde
se puede distinguir además identidades étnicas aimaras y quechuas.[9]
Sin embargo, también es necesario considerar que es en el centro del país donde
los partidarios de una nueva constitución o de la convocatoria a una asamblea
constituyente son un porcentaje algo mayor que el sur. Y que, en Lima, el
soporte principal del orden, también la popularidad del régimen es bastante
baja, así como ha crecido la demanda de una salida constituyente.
Volviendo al movimiento popular y
comunero del sur, es necesario ver diversos antecedentes que ya anunciaban su
presencia aún antes del llamado estallido social. Una de ellas es que el sur se
ha configurado en una de las zonas de mayor conflictividad social producto
principalmente de los impactos de las actividades extractivas cuyo epicentro se
ha trasladado a sus territorios y que se dan en torno al uso del agua para la
actividad agraria, la contaminación, la redistribución de los ingresos que se
generan entre otros y que tienen como protagonistas principalmente a
comunidades campesinas en zonas principalmente rurales. Uno segundo es que se
aprecia desde hace ya algunos años la revitalización de un movimiento agrario
campesino indígena. Las comunidades en contacto con el mercado, han actualizado
sus estrategias de organización y movilización de recursos a través del
movimiento rondero, los comités de regantes y de administración de agua, de
pequeños productores que se han movilizado exigiendo atención al sector desde
hace algunos años con importantes paros agrarios o buscando también espacios de
representación política. El tercero es que estos sectores apelan a una
identificación étnica apoyados en las normativas internacionales que han puesto
sobre la mesa la importancia de la misma para defender su cultura, sus
territorios y sus derechos en general.
Esto nos lleva a un debate que no
es sencillo y que puede generar algunas brechas para la construcción de ese
gran consenso que necesitamos construir sobre la plurinacionalidad y la
necesidad de garantizar la representación política de sectores que han votado
insistentemente por el cambio y que no han logrado sin embargo llevar ellos
mismos estas demandas al estado por las características mismas del sistema
electoral y esta invisibilización histórica que hoy se revierte con el
protagonismo y la movilización de estos
sectores.
Y ya para concluir este breve
artículo, que no pretende agotar toda la discusión, pero sí aportar en ella, es
el carácter democrático y democratizador del estallido social y las
movilizaciones. Un temor de algunos sectores es que tengamos una constitución
aún más conservadora que la actual porque en los sondeos de opinión se pide
mayores penas, el uso de mayor fuerza para poner orden con la participación de
los militares entre otros. Cabe preguntarse si esas respuestas a las
encuestadoras que también pueden ser orientadas, no están expresando el
hartazgo con el orden actual y la urgencia de resolver problemas que este
estado ha sido incapaz de resolver, que hacen parte de ese ánimo destituyente
que está entre la mayoría de peruanos. Pero aún más interesante, estamos
viviendo la experiencia de confrontar contra un gobierno autoritario que está
en trance de ser abiertamente una dictadura que copa instituciones, usa la
justicia contra los opositores, a las fuerzas armadas y policiales para
asesinar o actuar abusivamente contra las legítimas demandas; y que por otra
parte demandan hacer política, lo que es rechazado por quienes se creen los
únicos con el derecho a ejercerla. Es un movimiento que puede ser profundamente
e históricamente democratizador.
Referencias
Cotlear, D. (2006). Un nuevo contrato social en el
Perú ¿Cómo lograr un país más educado, saludable y solidario? Washington:
Banco Mundial.
Dinegro, A. (19 de 12
de 2022). Nacla. Obtenido de https://nacla.org/peru-crisis-castillo
García Linera, Á.
(2011). La potencia plebeya. La Habana: Casa de las Américas.
Gramsci, A. (7 de 12 de
2012). Marx desde cero. Obtenido de
https://kmarx.wordpress.com/2012/12/07/la-crisis-segun-gramsci/
Ilizarbe, C. (2022). La
democracia y la calle. Protestas y contrahegemonía en el Perú. Lima:
Instituto de Estudios Peruanos.
Lopez Calva, L. F.
(2022). Hacia la construcción de estados de bien estar. Nueva Revista.
América Latina: Mirar al futuro, 66-75.
Lynch, N. (2022). Una
nueva constitución para el Perú. La razón política. Lima: Editorial
Horizonte.
[1]
Ver las encuestas del IEP, IPSOS, DATUM donde casi el 60% de la ciudadanía está
de acuerdo con la convocatoria a una Asamblea Constituyente, aunque esto no
signifique que eso signifique el cambio total de la constitución.
[2]
Buscar las intervenciones de Adriana Tudela y Lucas Ghersi quienes son los
voceros de la campaña contra la campaña constituyente desde la derecha. Frente
a ello es importante revisar la Respuesta de Fiorela Cáceres respondiendo a las
declaraciones de Tudela:
https://twitter.com/FiorelaInes/status/1621232861486383108?s=20
También hay temor de sectores progresistas o liberales
de que una nueva constitución nos lleve a una situación aún peor. Sobre la
ignorancia respecto de la constitución del 93 habría que decir que no conocerla
también puede ser un síntoma de su poca legitimidad ya que no genera una
“emoción constituyente”.
[3] El Perú ha vivido en los últimos meses una vulneración de los derechos humanos que incluyen ejecuciones extrajudiciales de manifestantes a manos de las fuerzas armadas y policiales que han recordado los peores momentos del terrorismo de estado vivido en el Conflicto Armado Interno de la década de los 80s y que disputaba en violencia y desprecio por la vida con el terrorismo senderista. Ver los informes de la Defensoría del Pueblo https://www.defensoria.gob.pe/ y de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos www.derechoshumanos.pe
[4]
Ver los informes de la Defensoría del Pueblo https://www.defensoria.gob.pe/ y de
la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos www.derechoshumanos.pe .
[5]
Ver aquí la entrevista a Roger Merino: https://fb.watch/jn0iM2POK-/
[7]
Esta idea la ha expresado Eduardo Ballón en varias conversaciones, entrevistas
e intervenciones.
[9]
Sobre este tema hemos dialogado con Fiorela Cáceres, Javier Alarcón, Indira
Huilca, Rosmery Roca y Roger Merino en el programa Tiempo Constituyente emitido
por Comunicambio. Ver aquí: https://www.facebook.com/comunicambio
También en la página de Iniciativa Constituyente: https://www.facebook.com/IniciativaConstituyente
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