No se trata de forjar un espacio para coordinar
declaraciones, sino se tiene la expectativa de, tomando como horizonte a
Sudamérica y Latinoamérica, gestar formas de acción política desde la
reflexión, la formación, y el impulso de iniciativas políticas a todo nivel,
articulando para ello prácticas y experiencias que vienen desplegando las
diversas organizaciones sociales y políticas progresistas y de izquierdas. Se
trata de una propuesta con carácter generacional pues se reconoce que toda la
primera ola de cambios que emergió contra el neoliberalismo ha forjado, más
allá de sus liderazgos fundadores, a toda una nueva generación de militantes
que asumen deben enfrentar desafíos particulares como hacer de puente con las
generaciones futuras para construir una Latinoamérica nueva en un mundo nuevo,
parafraseando a José Carlos Mariátegui.
¿Cuáles son esos desafíos particulares? Como lo mencionó en
su intervención en el evento público del Encuentro el ex vicepresidente de
Bolivia Álvaro García Linera estamos en un “tiempo liminar”, un momento de
transición histórica en la que está en juego la definición del futuro, en medio
de la descomposición de la globalización neoliberal, el declive de los Estados
Unidos y grandes incertidumbres que vive la humanidad. Un momento histórico
importante al que vale la pena entregar esfuerzos y que requerirá una disputa
de la imaginación, de proyectos que deben ayudarnos a superar las múltiples
crisis que abaten a la humanidad desde una perspectiva de los pueblos, o de los
grupos dominantes. Con ello está también el desafío de la ultraderecha, que
ante el fracaso de la democracia liberal y los vacíos que hay en alternativas a
la izquierda, construye su propia base popular, asedia a los gobiernos
populares y forja salidas autoritarias cuando las elecciones no le son
funcionales. Este momento exige no sólo actualizar las políticas públicas
progresistas, o insistir solo en triunfos electorales, sino una actualización
de las estrategias de poder para forjar salidas más de fondo.
Imaginación política, salidas de fondo, disputa de los
sentidos comunes, construcción de poder popular y defensa y radicalización de
los procesos de cambio deben ayudar a superar posiciones “defensistas”,
normalizadoras, de mera gestión de lo establecido, dado el momento de
polarización social y política, y un ánimo profundamente destituyente que
recorre a los y las ciudadanas de nuestros países que cuestionan los límites de
lo establecido y que buscan alternativas más radicales que pueden llevarlas a
ser parte de una ofensiva democratizadora mayor o a ser tentadas por salidas
autoritarias que las derechas hábilmente buscan vender como más eficaces frente
a los fracasos de los estados neoliberales para garantizar seguridad y
certidumbre: las derechas buscan la restauración autoritaria de un poder que
han ido perdiendo, especialmente en América Latina lo que las ha ido
radicalizando hacia las posiciones más reaccionarias y neofascistas que atentan
contra los derechos de los trabajadores, las mujeres, los pueblos indígenas, la
naturaleza, la soberanía.
América Latina está llamada a ser la esperanza, una tierra
de igualdad, de justicia social y ambiental, de seguridad humana y de paz, de
democracia sustantiva y diversidad que pueda ser un aporte para la construcción
de un mundo mejor que recoge lo mejor del pasado y que se proyecta a un futuro
cuyo sentido y destino se disputa hoy mismo.
Foto: Macarena Energici - Instagram @fotografa.feminista
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